La inversión con rostro ético y social

No es solo por caridad o por amor al planeta que van creciendo en el mundo las llamadas inversiones “verdes” o “éticas”. Según Tony Salas, desarrollar proyectos sustentables en lo social y lo ambiental es también un negocio cuyas utilidades llegan a ser superiores a las que obtienen las empresas más grandes del mundo.

El fundador de Sharex-Perú, dice que en iniciativas de energías renovables hay registros de rentabilidades de un 20 %, muy favorables si se les coteja, por ejemplo, con las tasas promedio del 9,3 % del selecto grupo de compañías de primer nivel internacional del índice Standars & Poor´s 500.

“Sí, las inversiones sustentables le hacen bien a la sociedad y a los más pobres, pero contrario a lo que dicen los paradigmas, también se trata de iniciativas rentables, porque si no lo fueran, nadie las haría”.

Así lo afirmó Salas ayer, durante una charla que dictó en Expo Agrofuturo 2017, que se realiza hasta mañana en Plaza Mayor, Medellín.

Eche el cuento

Además de producir dinero, las inversiones sustentables ganan en valoración social. Basado en cifras del Institute for Sustanaible Investing, Salas destacó cómo entre la generación de los inversores millennials, al 38 % le interesa que sus iniciativas produzcan impactos sociales; un 75 % cree que también influyen en el cambio climático; así como un 84 % resalta su contribución a la reducción de los niveles de pobreza en el mundo.

De acuerdo con la perspectiva de Salas, buscar que los emprendimientos tengan retornos sociales, financieros y ambientales es “todo un cuento”, que vale la pena echarles a los consumidores.

En sus palabras, cuando hay dos productos, con el mismo precio, la diferencia establecerla aquella marca que le cuente al comprador una historia de sostenibilidad y beneficios sociales y ambientales. “Eso a la gente le importa cada vez más”.

Y entre esos interesados está la clase media, que en los próximos cinco años pasaría en el mundo de 2.000 millones a 5.000 millones.

De ahí que, para el experto, la demanda por productos de empresas sustentables debe ir más allá de las regulaciones, políticas públicas o las certificaciones privadas. También cuentan, y mucho, las condiciones en que se elaboran esos bienes: si hubo trabajo infantil involucrado, si se registraron abusos durante el proceso de producción, entre otros.

Pisando el barro

Sharex-Perú, el modelo de emprendimiento sostenible que presentó Sala, comenzó hace dos años en ese país, con la siembra de ocho hectáreas de café. Hoy tiene 200 con productos que incluyen banano, cacao y piña, y una empresa que, de valer nada, ahora se estima en 50 millones de dólares.

Al lado de sus cultivos tiene los de pequeños productores, a quienes asesoran, les venden las cosechas y les cobran un 10 % de comisión, pues “no se regala nada”. Con esos cultivadores, el eslabón más débil ante la banca y los proveedores, se metieron al barro a producir, en zonas en donde, como dijo Salas, lo único sostenible era la pobreza.

POR GERMÁN JIMÉNEZ MORALES

Fuente: El Colombiano

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