La Tierra se queda sin suelos buenos

Por: RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ

La presión sobre el suelo es insostenible: hasta 2014 más de 1.500 millones de hectáreas de ecosistemas naturales en el mundo habían sido convertidos en cultivos, y hoy solo 25 % de la superficie terrestre no ha sufrido impactos potenciales por las actividades humanas.

A 2050, solo será el 10 % de la superficie que estará sana.

El indicador es uno de los que revela la preocupante evaluación de la degradación de los suelos del planeta, que fue entregado ayer en Medellín, último de los cinco informes de la sexta reunión Ipbes.

Esta es la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Ecosistemas, que durante una semana reunió en la ciudad a expertos y representantes de 129 países miembros.

Los cultivos y el pastoreo cubren más de un tercio de la superficie terrestre, con reciente remoción de hábitats naturales, incluyendo selvas, pastizales y humedales, concentrándose en algunos de los ecosistemas más ricos en especies del planeta.

Ese costo de la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos a raíz de la degradación del suelo representa más del 10 % del producto anual bruto del mundo.

“Con los impactos negativos sobre el bienestar de al menos 3.200 millones de personas, la degradación del suelo a través de las actividades humanas está empujando al planeta hacia la sexta extinción masiva de especies” explicó el profesor Robert Scholes, de Sudáfrica, codirector del reporte.

“Evitar, reducir y reversar este problema y restaurar la tierra degradada es una prioridad urgente para proteger la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas vitales para toda la vida en la Tierra y así asegurar el bienestar humano”, agregó.

El deterioro de la superficie se manifiesta de distintas formas; abandono de la tierra, reducción de poblaciones de especies silvestres, y a través de la pérdida de suelo y de la salud de este, los pastizales y el agua dulce, así como por la deforestación.

“Los humedales han sido golpeados muy duro, en particular”, comentó Luca Montanarella, codirector de esta evaluación. “Hemos tenido pérdidas de 87 % del área de humedales desde el comienzo de la era moderna, con un 54 % de esa pérdida desde 1900”.

Alerta

“A través de este reporte, la comunidad global de expertos ha entregado una alarma franca y urgente, con claras opciones para reducir este grave daño ambiental”, dijo Robert Watson, director de Ipbes.

“La degradación de suelos, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático son tres caras distintas del mismo reto: el creciente y peligroso impacto sobre la salud de nuestro medio ambiente natural. No podemos enfrentar cada una de esas amenazas por aislado, merecen la más alta prioridad en las políticas y deben ser tratadas juntas”.

El reporte es claro: el deterioro de los suelos es un gran contribuyente al cambio climático, y solo la deforestación aporta un 10 % de las emisiones de gases de invernadero inducidas por los humanos.

Otro gran contribuyente ha sido la liberación de carbono almacenado en el suelo. La degradación de la tierra aportó, entre 2000 y 2009, emisiones anuales de más de 4.400 millones de toneladas de dióxido de carbono.

En los últimos 200 años el carbono orgánico del suelo se redujo 8 % globalmente (176 gigatoneladas), como el que se hubiera perdido con la remoción de selvas de un área equivalente casi al tamaño de Australia. De no actuarse pronto, esas pérdidas serán a 2050 de 36 gigatoneladas, lo que emiten durante 20 años todos los sectores del transporte.

Contener el deterioro y reversarlo ayudaría a cumplir la meta del Acuerdo de París de evitar que la temperatura de la Tierra llegue a 2° C sobre la era preindustrial.

La pérdida de hábitats mediante la transformación y el declive en la compatibilidad del resto debido al deterioro son las causas principales de la pérdida de biodiversidad.

Entre 1970 y 2012, el índice del tamaño promedio de la población de especies de vertebrados silvestres terrestres cayó 38 %, y 81 % el de las de agua dulce. Y para mediados de siglo se proyecta una pérdida de biodiversidad del 38 % al 46 %. Hasta ahora los mayores responsables de esa reducción son la agricultura, la silvicultura, la infraestructura, el crecimiento urbano y el cambio climático. Entre 2010 y 2050 serán el cambio climático, los cultivos y el desarrollo de la infraestructura.

Futuro

Scholes reveló que en las tres próximas décadas cerca de 4.000 millones de personas vivirán en tierras áridas, frente a los 2.700 millones de hoy.

“Para entonces es probable que la degradación junto a problemas cercanos relacionados con el cambio climático obligarán a entre 50 y 700 millones de personas a emigrar. La reducción en la productividad del suelo también harán la sociedad más vulnerable a la inestabilidad social, en particular en las tierras áridas, donde los años con lluvia extremadamente reducida han sido asociados con un aumento de más de 45 % en conflictos violentos”.

Hacia 2050, de acuerdo con Montanarella, se predice que “ la combinación del deterioro del suelo y el cambio climático reducirá los campos de cultivos del mundo en un 10 % y hasta 50 % en algunas regiones”. El deterioro mayor se dará en Centro y Suramérica, el África subsahariana y Asia, las áreas que hoy tienen los mayores remanentes de tierra apta para agricultura.

En el avance del problema desempeñan papel principal los estilos de vida de consumo alto en las economías desarrolladas y emergentes.

Estudios en Asia y África indican que el costo de no actuar sobre el deterioro de los suelos es al menos tres veces mayor que el costo de las acciones. El análisis en nueve biomas (unidades ecológicas) sugiere que los beneficios de la restauración exceden los costos en una tasa promedio de 10 a 1.

Los beneficios incluyen más empleo, gastos en negocios, inversiones en educación, una subsistencia mejorada y equidad de género.

“El gran valor del reporte es la evidencia que suministra a los tomadores de decisiones en gobiernos, negocios, academia e incluso en el nivel de las comunidades locales”, consideró Anne Larigauderie, secretaria ejecutiva de Ipbes.

Para frenar y revertir el problema existen soluciones, como la planeación urbana, la resiembra de especies nativas, el desarrollo de una infraestructura verde, la remediación de suelos contaminados, el tratamiento de aguas negras y la restauración del cauce de los ríos.

Los expertos recomendaron eliminar incentivos perversos que promueven la degradación, como subsidios a la sobreproducción y establecer incentivos positivos a la adopción de prácticas sostenibles de manejo de la tierra. También hay soluciones para el correcto manejo de pastizales, la minería y el mejoramiento de los humedales.

Para Erik Solheim, director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, “el uso insostenible de la tierra está marcando el planeta por generaciones. Este reporte de Ipbes es un esfuerzo para procurar evidencia científica creíble de modo que podamos tomar decisiones mucho mejores acerca del suelo para nuestra gente y para nuestro planeta”.

Tomado de: EL COLOMBIANO

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